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miércoles, 11 de marzo de 2009



Página 1 del diario de Baphonet:

Volví. Por años espere salir de aquel lugar...del Infierno. No es nada similar a lo que cualquier persona creería en la Tierra, no hay fuego, no hay demonios, no hay cavernas, no hay nada. Nada excepto uno mismo y una caja. Una caja que nunca se debería abrir; una caja que lo único que hace es reflejar la maldad que tenemos dentro, con imágenes horribles una y otra vez; una caja que lamentablemente, yo abrí. Fue imposible dejar de verla, no podía cansarme, no podía dormir. Continuamente revivía culpas, miedos, desgracias, horrores, situaciones que llevaban a uno al borde de la locura. No se cuanto tiempo fue que estuve así, frente a esa martirizante caja, sufriendo, todo era agonía, hasta que en cierto momento solo se vio una misma imagen: un puñal rojo carmesí con símbolos que desconocía y sigo desconociendo. La imagen se volvía tridimensional, hasta que solo quedo el puñal solido en la caja. No supe que hacer así que solamente lo contemple, no quería utilizar ese puñal, porque si lo hacia sentía que no iba a poder volver, que no tendría ninguna posibilidad de regresar a la Tierra, que ese era el fin. El tiempo paso y yo intente mantenerme firme, meditando y observando de vez en cuando ese tentador puñal, pero entonces comenzaron las voces: el puñal me hablaba. "Escoria", "desgracia", "débil", "muere" era lo que siempre repetía, de forma incesante, perturbadora, maligna y al mismo tiempo seductora ¿Como alguien como yo, el Gran Demonio Baphonet, podía ceder ante un misero puñal? ¿Como me iba a rendir ante algo así? Ese no era yo, yo era una figura aterradora, que inspiraba horror, piedad, no era víctima de un puñal, no podía ceder, no lo iba a permitir. Tome el puñal y lo lance lo mas lejos que pude. Ya no hablaba. Se desvanecía, desaparecía y se tornaba oscuridad como todo en aquel lugar. Me había deshecho de eso. El tiempo paso, y con el comencé a hablar solo, a delirar, a tener alucinaciones: veía como mi cuerpo se desangraba hasta inundar el lugar, veía figuras amorfas a mi alrededor, todo carecía de lógica, no pensaba con claridad, estaba inmerso en una devastadora locura, una locura que me llevo a abrir la caja por segunda vez. Las imágenes volvían a atormentarme, y esta vez no solo me mostraba lo relacionado conmigo, sino que también me bombardeo de verdades que yo no quería saber, cosas que eran demasiado complicadas de entender, me mostró imágenes que herían con tan solo verlas, imágenes que llegaban a torturar cada parte de mi mente, imágenes que ningún ser podría llegar a reproducir jamas y que solo eran vistas en un lugar tan horrible como el Infierno.
Finalmente llego una imagen distinta a las anteriores. Era una luz cálida, segura, confiable, familiar; una luz que energizaba y que daba fuerzas. De repente el ambiente cambio y me volví a sentir vivo. Una mano salio desde lo mas intimo de aquella luz, presentándome algo que no veía hacia ya varios años: Esperanza.

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