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domingo, 1 de noviembre de 2009

Recuperación: Lizzie





El rumbo estaba siendo marcado por un GPS, no había posibilidades de perderse. Tras haber transmutado un automóvil oxidado en otro en perfecto estado, Lizzie se dirigía directamente hacia el Hemiciclo, no tenía nada que perder, lo único en lo que pensaba era en Axel. Aquel chico que había provocado su enfrentamiento con Phillip, su novio. La pelea con él había sido definitiva, no estaba con ánimos de perdonarlo, ni de verlo siquiera. A pocas cuadras de la mansión, se topó con Caleb y Haley que venían volando en la misma dirección.
- Hey, ustedes. – Les gritó.
- Lizzie – dijo Haley - ¿cómo estás?
- Nada bien, esta gente se llevo a Axel. Lo tengo que recuperar.
- También tienen a Atlanta, entremos juntos.
- Ok, yo entro antes, tengo mejores poderes.
-Nosotros vamos a estar en el cielo, cuando veamos que podemos, entramos.
- Ok.
En menos de cinco minutos los tres estaban parados en frente del Hemiciclo. Haley voló con Caleb sobre la edificación y Lizzie transmutó las rejas en arena. El suelo se hizo metálico y las puertas se transformaron en agua. Lizzie caminaba, inflexible e inmutable hacia adentro. De allí vio como Nicéfora se le aproximó.
- Si venís por el mocoso aca está. – Dijo, para sorpresa de todos. – Ya no necesitamos a nadie más de ustedes, solo asegurate de no volver, ah, y llevate a los demás, están ocupando lugar que podría usar para mis libros. Dale, sácalos.
Lizzie la miró perpleja. Ella estaba preparada para pelear por Axel, pero la bruja simplemente se lo entregó. ¿Sería alguna clase de truco? No quería averiguarlo, solo tomó a Axel y a los demás y salió de aquel lugar.
- Esperá – le gritó Nicéfora – tengo un mensajito para Wedge.
- ¿Qué pasa? ¿Adonde está Atlanta? – Le preguntó Lizzie, que casi la olvidaba.
- De eso se trataba… ya no está. Murió.

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Recuperación: Haley

 No eran necesarias palabras, en ese momento no les servirían. Ahora solo necesitaba un abrazo.
- Caleb, vine cuando me enteré de que llamaron a Amy. – Le dijo con una voz dulce, que aún bajo la lluvia seguía siendo clara y melodiosa.
- Atlanta desapareció - le dijo entre llantos – mi abuelo murió y Dafne no se despierta. No puedo llegar a salvarla.
- ¿Sabés adonde está?
-Supongo que en ese lugar.
- ¿La casa de Alan? Si estás seguro podemos ir volando.
- No podés llevarme, peso más que vos, te voy a lastimar.
- No te preocupes por mí, el de la pierna ensangrentada acá sos vos. - Al terminar la frase, lo levantó del suelo con una inesperada fortaleza y lo abrazó. – No puedo llevarte en mi espalda, así que tomate fuerte de mí.

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Recuperación: Caleb



Su cara empalideció al ver la página que sostenía. Atlanta veía a la muerte delante de sus ojos. El poder de Nicéfora corría por sus venas. Pero ellos no lo sabían, de ser así no los hubiesen perseguido a todos, ¿por qué hacer algo tan tedioso e inútil?. Esa esperanza lo mantuvo con energías. De un solo salto bajó las escaleras y volvió con su abuelo. Su vida se había perdido, pero no iba a ser en vano, él estaba listo para salvar a su hermana. El tiempo era algo con lo que debía contar a favor, así que tomó a Dafne es sus brazos y la acostó en la cama de una habitación bajo llave, esperando que no vea las desgracias que la rodeaban. Al salir, intentó encontrar un medio de transporte, pero no halló nada.
- ¿Qué hago? ¿Qué hago? – Se preguntó a sí mismo. Sin tener ninguna respuesta comenzó a correr por el fangoso suelo del campo hasta llegar a la calle principal. Lo único que quería ver en ese momento era un automóvil o algo que lo pudiese acercar hasta Atlanta. Nada parecía salirle bien, tropezó y cayó fuertemente en el asfalto, haciendo que su rodilla sangrase en medio de un grito agonizante. De repente comenzaron a caer gotas del cielo, que luego se unieron en una fuerte tormenta, tapándole a Caleb todo el camino. No podía ver nada en dos metros a la redonda. Su voluntad comenzaba a resquebrajarse, caído y en el suelo, comenzó a llorar impotente.
Las gotas de agua drenaban la sangre de su rodilla, formando varios hilos de sangre alrededor suyo. Las gotas, inflexibles, seguían azotándolo. Cuando todo parecía haber terminado, dejó de sentir las gotas en su cuerpo. Éstas seguían cayendo, pero ya no las sentía, ya no lo mojaban, de alguna forma atravesaban su cuerpo. Lo único que sintió fue un leve peso en su hombro. Al girarse, la vio. Tan angelical, tan compasiva y tan enérgica. Haley estaba protegiéndolo.

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Página 14 del diario de Nicéfora


Ahora que lo tengo todo… no le encuentro la gracia. Antes era poderosa, ahora soy invencible, pero es muy aburrido si no tengo a quien hacerle frente. Nadie puede vencerme, ya no me importan los otros mocositos, si hubiese sabido antes lo del libro no me hubiese preocupado en buscarlos. Esto denota la poca atención que le pongo a esas estanterías polvorientas. Fue bueno que el otro chiquito, Caleb, se hubiese llevado ese libro, de no ser por eso no me hubiese dado cuenta de lo vital que era. Y ahora que lo pienso… ¿Cómo fue que lo obtuve? Apenas recuerdo como sobreviví a los Wedge. Igualmente no me importa demasiado, ahora nada me importa, tengo todo lo que quería. Lo malo es este vacío… ¿Qué es este vacío?

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