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martes, 7 de julio de 2009

Familia Wedge, parte 1

Cinco horas habían transcurrido desde que salieron de su casa. Atlanta seguía meditando sobre la situación. Haley les había dicho que seguramente todos tenían poderes, pero... cual sería el suyo? Seguramente lo descubriría en estos días, al igual que Lizzie, que al estar sometida a una situación extraordinaria manifestó su habilidad (la que por cierto nadie pudo identificar).
- Cal, cual crees que sea mi poder?
- No se... tal vez ni siquiera tenemos, nadie nos asegura que hayamos caído ahí por casualidad. - Le contestó.
- Yo estoy segura de que sí tenemos, ya vas a ver que en poco tiempo los vamos a descubrir.
- Ok, suerte, ahora dejame dormir un poco.
- Caleb!! - le gritó Dafne - dormiste todo el viaje, mostrá un poco de entusiasmo.
- No estoy de humor, Daf, asi que mejor callate. - La chica lo miró con resentimiento y se dió vuelta.
- Cuanto falta mamá?
- En media horita llegamos.
- Ok - Le dijo sonriendo.
La madre había asimilado bastante rápido el problema desencadenado por la bruja. No dudo ni un minuto de la palabra de sus hijos y decidió llevarlos hacía la casa de su padre, el "famoso" abuelo Wedge.
- Llegamos, Atlis, despertá a tu hermano.
-Cal, ya llegamos.
- Al fin...
El barro cubría la entrada al campo del abuelo, entre Caleb y Atlanta bajaron las valijas intentando no mancharlas mientras el abuelo salía a darles la bienvenida.
- Pero mirá que grandes que estan mis nietos!! Siempre guapa la rubia - dijo mirando a Dafne que se estaba arreglando el flequillo con un espejo.
- Hola abue, como andas?
- Como voy a andar, nena? contento de que me hayan venido a visitar.
- Hola pa, vamos entrando las cosas - le dijo la madre de los chicos al abuelo mientras le daba un beso en la mejilla.
- Pasen nomas.
La casa era bastante amplia y en la sala principal había varios cuadros con imágenes de los distintos miembros de la familia, de antiguas casas y libros.
- Chicos, dejen las valijas para más tarde que ya está el asado - les dijo el abuelo cuando vió que la cantidad de cosas que traían era exagerada.
- Ok, ahí vamos abue - Le dijo Atlanta mientras tomaba a Caleb del brazo. - Cal, mirá ese cuadro de la izquierda, es el libro de la casa de Alan.

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