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jueves, 10 de diciembre de 2009



Nicéfora estaba recostada en su cama viendo el techo.
- Que divertida soy... - Se dijo a si misma. Desvaneció toda la habitación y quedo levitada sobre el Big Ben. Miró hacia abajo y le tiró una almohada a un británico.
- ¡Ey!
- Callate y seguí caminando - le gritó desde arriba. El hombre automáticamente giró y siguió caminando. - Nada de todo esto me divierte... voy al cine.
La cama se compactó en el aire y la bruja apareció en su casa.
- Gente... y bichos raros - dijo viendo a unas criaturas deformes - Ay, Eva, ¿qué son estas cosas? - Eva se encogió de hombros - Bueno, sigo, les iba a preguntar si quieren venir al cine... Porque me aburro.
- Lee un libro. - Le dijo Floyd desde el otro extremo de la habitación.
- Absorbí el conocimiento de todo el mundo, querido.
- Andate a otro planeta. - Le dijo Gloom.
- Bueno, tendría que haber dicho "mundos" ¿estás contento ahora?
- Sí - le contestó con una mirada de suficiencia.
- Que inútil. Bueno, ¿nos vamos al cine?
- ¿Qué vamos a ver? - Le preguntó Eva escurriéndose entre la multitud.
- Somos muchos, así que tomemos todas las salas y vamos intercambiando.
- Oki - Eva salió volando contenta y abrió el portón del Hemiciclo, por el cual salieron toda clase de criaturas.
- ¿Qué va a decir la gente? - Alan había aparecido detrás de la bruja y le clavaba la mirada en sus ojos violáceos.
- Van a decir: "Mirá ese monstruo, que miedo, waaa". Es gente Baphonet, ¿qué importa?
-Nos pueden venir a buscar - dijo fingiendo preocupación - y nos pueden secuestrar para hacernos parte de experimentos del gobierno, que miedo. Jajaja, si vienen nos los comemos.
- Que asco, cometelos vos, yo solo voy a ver como los matan.
- Siempre tan fina.
- Obvio. - Le contestó moviendo su cabellera.


En la calle varias docenas de demonios sobrevolaban la avenida, seguidos de toda una congregación de vampiros ocultos bajo paraguas negros y de una fila de carísimos automóviles de colección.
- Muevansé, abuelas - les gritaba Eva a las personas que intentaban escapar de su vehículo, transitando por la acera. Adelante de ellos se formó una barrera de policías.
- Déjenme esos a mí - gritó Gloom, eufórico, mientras salía del auto. En el aire, dos alas negras se abrieron oscureciendo toda la avenida. Cuando estuvo a cinco metros de la barrera, sus costillas se abrieron dejando salir litros y litros de sangre negra y espesa, que se corporizó en una gigantesca serpiente líquida.
- ¡Comelos! - Lo alentó un vampiro, satisfecho por la oscuridad.
La serpiente comenzó a atravesar los pechos de todos los policías, drenando cada litro de sangre de sus cuerpos para pasar al siguiente, hasta terminar con todos. Al verlos muertos, los demonios bajaron a devorar los cadáveres y a destruir los vehículos. La sangre volvió al cuerpo de Gloom, que se regeneró con satisfacción.
- Ahh - dijo. - Hacía mucho que no mataba así.
A lo lejos se veía una estructura elegante que flotaba en la misma dirección en la que ellos iban. Adentro, Nicéfora veía hacia un círculo mágico tallado en la pared.
- Mirá, Baphonet, que ternurita.
- ¿Algo te parece tierno a vos? - La espetó incrédulo.
- Sí, idiota. Mirá esto, está Wedgie con la chiquita del vestido blanco besándose en una casucha. ¿No te da ideas?
- Realmente no. Ya pasamos la etapa del coqueteo hace mucho.
- Algo de cariño cada tanto no viene mal.
- No soy demostrativo.
- No te vendría mal serlo.
Alan la miró fulminante.
- No me mires así, que soy tu esposa. - Ella se incorporó y lo miró aún peor, pero de repente se vio incrustada en la pared y con el labio inferior sangrando.
- Intentás faltarme el respeto de nuevo y te hago sufrir mil clases de torturas diferentes antes de morir.
Nicéfora se quedó boquiabierta mirando a su esposo.
- Mirá que no te convenía decir eso. - La pared y toda la habitación voló en pedazos dejando una nube de polvo entre ambos. Cuando se disipó, se notó la figura de Alan transformado en Baphonet y Nicéfora con las manos rodeadas de intensos rayos blancos, desafiando con la mirada el comienzo de una pelea, sin saber que abajo todos miraban lo que estaba ocurriendo.

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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Claro de Luna



Cuando llegaron se dieron cuenta de que no había electricidad. La casa estaba empezando a quedar inmersa en la oscuridad de no ser por la tenue luz que entraba del Sol poniéndose.
- Voy a ver si hay velas. - Dijo Caleb.
- Ok, yo voy a ver si traje.
Haley subió a su cuarto y comenzó a revolver su bolso en busca de una caja de velas, pero solo encontró una partida al medio. Decepcionada, bajó y buscó a Caleb.
- ¡Cal! ¿Adónde estás?
- Acá abajo, en el sótano.
Haley bajó las escaleras y vió una luz de linterna. Caleb estaba intentando abrir una puerta de madera vieja.
- Dejame a mí. - Le dijo, y al tocarla, atravesó el suelo. - Bueno, nos quedamos sin puerta, ¿vamos a ver adonde nos lleva?
- Va para arriba.
- Sí, que raro.
- ¿Conseguiste velas? - Le preguntó mientras subían.
- Solo esta, y está partida... no creo que dure mucho.
- Llegamos. - Otra puerta de madera estaba al final de la escalera. Haley la tocó y también cayó atravesando el suelo. Del otro lado había una habitación con un piano y una gran ventana que daba al lago.
- No vi esto cuando atravesé toda la casa.
- Capaz que se te pasó.
- Sí, puede ser. Me gusta esta habitación, se ve todo el lago y el sol poniéndose.
- ¿Cenamos acá?
- Dale - le dijo alegre - se me ocurrió hacer sopa, ¿te gusta?
- Sí, pero que no esté muy salada.
- Oki, esperame acá.
Caleb se puso a ver el lago y poco a poco el sol desapareció para darle paso a la luna. Debajo se escuchaba a Haley tarareando una melodía. Él la conocía pero no la podía recordar. Se sentó en la ventana y escuchó a Haley hasta que terminó de cocinar y subió con una bandeja con los dos platos de sopa y dos vasos con gaseosas.
- Acá está todo.
- Gracias Haley, por todo.
- De nada - le respondió riendo. - ¿Qué hacías?
- Miraba a la luna... y te escuchaba cantar. ¿Cual era esa melodía?
- La de Moonlight Sonata.
- Ahh, que tonto, es verdad. Yo la practicaba en mi piano cuando era chico. - Dijo pegándose en la frente.
- Ay, ¿te la acordás?
- Creo...
- ¿La tocarías para mi?
- No creo que me salga muy bien, pero después intento.
- Gracias, a mi me gusta mucho esa canción. Mi papá la tocaba siempre. Yo nunca quise aprender a tocar el paino porque solo me encantaba escucharlo a él. Si yo tocara no sería lo mismo.
- ¿Y si no te gusta como la toco?
- Te miento y te digo que estaba linda. Jajaja, sé que no la vas a tocar mal.
- Como quieras. Ah, y que rica que está la sopa.
- Todo lo que se hace con cariño sale rico.
- Es verdad.
- Se puso el sol, espero que entre algo de luz.
- Seguramente, pero por las dudas tené la vela a mano.
- Si, si, no te preocupes. Emm... te quería preguntar algo.
- Preguntame. - Le dijo mientras terminaba su sopa.
- ¿Crees en Dios?
- S-sí. ¿Por qué lo decís?
- Solo es curiosidad.
- Vos seguramente crees ¿no?
- Sí. En la aldea eramos muy devotos. Más con David, que siempre nos leía algo de la Biblia. Lo extraño. Extraño a todos...
- Ya los vamos a ver algún día.
-Sí, eso espero - le dijo secándose una delgada lágrima.
- No te vas a poner triste ahora... mirá, voy a tocar el Claro de Luna.
- Gracias - le dijo con una mirada solemne - eso me va a gustar.
- Bueno... vamos a ver... - Se levantó y fue hacia el piano. Era negro con detalles plateados y las iniciales M.G. en el borde izquierdo. Levantó la tapa superior y colocó los dedos sobre las teclas, de un fino color blanco marfil. Haley se acomodó para verlo e hizo silencio.Caleb comenzó con el pianissimo y envolvió toda la habitación en un silencio que solo rompían las notas, armónicas, atrapantes y misteriosas. Dio paso a los grandes acordes, aumentando progresivamente la intensidad, que acompañaba la entrada de la pálida luz de la luna en el cuarto, que reflejada en el lago y en las ventanas abiertas, los iluminaba con halos blancos y brillantes. Haley se incorporó y se acercó al piano. La luz plateada bañaba su vestido y la hacía resaltar en medio de la noche. Caleb tocó con melancolía cada compás, llegando al clímax de la pieza, en donde toda su ira, tristeza e impotencia se canalizaban en tristes notas níveas hasta volver a la introducción. En ese momento cerró los ojos y tocó lentamente los anteúltimos acordes que resonaron en toda la casa, de forma grave y serena. Al tocar el último acorde, idéntico al anterior, sintió como toda la habitación se iluminaba y el tiempo parecía congelarse. Solo una cosa importaba en medio del imponente lago y del acorde extendido por el pedal: Haley estaba besándolo a la luz de la luna.

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El lago

Habían decidido salir a la mañana del día siguiente. Por la noche, Caleb se despidió de su familia, diciéndoles que necesitaba aislarse por unos días. Su mamá lo comprendió. Ella también quería estar sola y Dafne no quería hablar. Quería hacer algo por ellas, pero no tenía energías siquiera para consolarse a sí mismo.

A las ocho de la mañana se preparó para salir con Haley, que al no tener adonde quedarse, había dormido en su casa.
- Bueno, vos despedite, yo voy a esperar afuera. - Le dijo.
Él tomó las valijas y volvió a saludar a su madre. Tomó las llaves del auto y en una hora lograron llegar a la casa que Haley había visto mientras volaba.
- Mirá - cuando estuvieron al lado de la puerta, Haley la atravesó y quitó la cerradura - Tarán.
- Bravo - le dijo Caleb sonriendo. Dentro de todas las desgracias, Haley le hacía más fácil aguantarlo todo. Los dos entraron y dejaron las valijas al lado de un sillón café con los bordes rasgados. Apenas entraban se veía una escalera, a la derecha estaba la cocina, a la izquierda la sala de estar y detrás el comedot. Caleb subió para ver el primer piso. Estaba conformado por cinco habitaciones, todas iguales excepto por la del centro, que contenía una cama matrimonial.
- Yo me quedo con la de la cama grande - le dijo Caleb a Haley que pasaba volando hacia el segundo piso.
- Bueno, a mi me da igual cualquiera mientras se vea el lago.
En el tercer piso había un balcón que daba a la parte trasera de la casa, en la que se encontraban el agua con la delgada costa que separaba el patio del lago. Adentro se hallaba una serie de estanterías con libros, mapas y frascos con sales.
- Me gusta - Le comentó a Haley cuando bajaron al comedor.
- Me alegro, yo pensaba hacerme un plato de fideos para comer. ¿Vos qué querés?
- Emm... fideos también.
- Oki, y contame algo ¿a vos te gusta nadar?
- Sí, bah, no es que sea el mejor nadador, pero aunque sea no me ahogo.
- ¿Qué te parece si después de comer vamos a nadar al lago?
- ¿No está un poquito frío?
- Dale, no te vas a asustar del frío del agua.
- Bueno, pero si me resfrío vos te hacés cargo de mi.
- Ok, te lo prometo. - Le respondió mientras metía los fideos en el agua.
- Y ahora vos contame algo ¿te gustan las cosquillas?
- ¿Qué? No, no, no me hagas cosquillas, soy muy cosquilluda. - Intentó alejarse.
- Jajaja - Los fideos terminaron de cocinarse entre risas e intentos de Haley de salir volando. Fueron a comer al comedor con los platos que Caleb había traído de su casa y después tomaron un par de helados de la vianda de Haley.
Después de un rato de charlar, decidieron entrar al lago y nadaron hasta una pequeña islita alejada de la casa.  
- Tengo frío - Le dijo Caleb tiritando.
- Vení - Haley le tocó el hombro y todas las gotas de agua atravesaron su cuerpo.
- No tenés el poder de aparecer ropa.
- No, pero tengo sentido común - le mostró un gran toallón que había traído sin que Caleb lo percibiera.
- ¿Adónde lo tenías?
- Lo traje cuando vos dejabas la valija.
- Entonces ya sabías que íbamos a terminar acá.
- Sipi - le dijo sonriendo.
- ¿Cómo hacés para estar siempre sonriendo? Yo no puedo.
- ¿Cómo no voy a sonreír? Me siento muy feliz de estar llevándome bien con alguien. Desde que dejé la aldea no fui la mejor recibida.
- Que bueno que te sientas así.
- Vos también podés sonreír todo el tiempo. Pensá en todas las cosas lindas que tenés. No pensés en lo que te falta, aprecía lo que todavía conservas y te hace feliz.
- Gracias...
- No tenés porqué agradecer. Para eso están los amigos. - lo miró y después miró el toallón - y los amigos comparten los toallones, jaja.
Caleb se acercó a ella y la tapó. Se quedaron viendo el agua sin ganas de romper el silencio.
- ¿Vos crees en el destino? - Se animó a preguntar Caleb.
- Sí. No encuentro otra manera de explicar el porqué nos encontramos. No es casualidad. Yo creo que todo pasa por algo ¿vos no?
- Supongo... y entonces ¿para qué nos encontramos?
- Para poder hacer más feliz al otro, creo.
- ¿Yo te hago feliz?
- Sí, fuiste el único que se preocupó por mí. Mis primos ya no están, con David no me puedo comunicar  y los demás ni me llamaron.
- Están todos muy asustados.
- Unidos no tenemos que tener miedo.
- Sos muy optimista, ¿lo sabías?
- Es mi forma de ver al mundo. ¿Cual es tu forma de verlo?
- No creo que me importe mucho el mundo como para verlo de una forma particular.
- Si todos piensan así no vamos a tener un mundo muy lindo ¿no?
- Ya lo sé... pero el mundo no es un lugar lindo.
- Vos podés cambiarlo.
- No puedo - respondió bajando la cabeza y dirigiendo la mirada al suelo.
- Todos podemos cambiar al mundo, solo tenés que tener la voluntad de hacerlo.
- Intenté salvar a Atlanta con todas mis fuerzas y no lo logré - dijo con lagrimas en los ojos, intentando disimularlas - en ese momento no pude hacer nada. Ese mundo me la sacó, y yo no pude evitarlo.
- Tal vez tenía que pasar, tal vez es ella es parte de algo grande.
- ¿De qué?
- No lo sé. Pero si no la pudiste salvar es porque no debías hacerlo. No te frustres. Hiciste todo lo que estaba a tu alcance.
- Eso quiere decir que soy un inútil.
- No sos para nada un inútil, y mirame - tomó su cara entre sus manos y lo miró a los ojos - La culpa la tiene la bruja, y ella va a tener lo que merece.
- ¿Cómo lo sabés?
- Porque todo tiene su castigo en algún momento.
- Yo quiero matarla.
- ¿Te vas a rebajar a lo que ella hace?
- No me voy a rebajar, voy a hacer del mundo un lugar mejor.
- No la mates, vas a ver que ella va a tener su castigo por su propia cuenta.
- No entiendo como podés estar tan segura.
- Tenés que tener fe.
- Confío en vos.
- Gracias, vas a ver que todo va a salir bien - lo abrazó y miró al cielo. - Se está haciendo de noche, volvemos.
- ¿Podemos volver volando?
- Jajaja, sí. - Los dos se levantaron y salieron volando hasta la casa.

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viernes, 4 de diciembre de 2009

Ya habían pasado tres semanas desde la muerte de Atlanta. Después de unos días debieron volver al colegio, pero ya todo su edificio estaba vacío. Cuando intentaron entrar nadie los reconoció y les dijeron que ese edificio no había sido utilizado todavía porque la construcción no había finalizado.
- Pero si dejamos todas nuestras cosas acá. - Le gritó Caleb al cuidador.
- Cal, ya sabes lo que pasó. Vamos.
Haley intentaba controlarlo, pero tras salir del hospital Caleb estaba impaciente e histérico. Ambos sabían que los futuros problemas que deberían sufrir eran obra de Nicéfora, pero ¿qué más podían hacer?
- Ya no lo aguanto más, no podemos vivir así. ¿Qué más quiere de nosotros?
- Seguramente quiere que nos vayamos como los demás.
- Yo no le voy a dar el gusto.
- Pero si no la podemos enfrentar... ya lo intentaste... y mirá cómo terminaste.
- Eso quiere decir que tengo que fortalecerme.
-¿Cómo lo pensás hacer?
- No sé. Ya se me va a ocurrir algo.
- Yo quiero irme de acá, Caleb. Tengo miedo.
- No nos va a atacar. Como vos dijiste: sólo quiere que nos vayamos.
- Si no nos vamos ahora va a hacer cosas peores.
- Vos podés irte cuando quieras, no sientas que te tenés que quedar por mí.
-  No podés solo, Cal.
- Tengo a mi mamá y a Dafne.
- Ellas no te van a poder proteger. Yo si puedo.
- ¿Entonces qué querés que haga?
- Nos podemos ir por unos días... para pensar con más tranquilidad.
- Eemmm... no conozco ningún lugar adonde podamos ir.
- Yo sí, cuando volaba para la casa de tu abuelo vi una casa abandonada. Era linda y estaba al lado de un lago. Podemos ir ahí ¿te gusta la idea?
- S-si...
- Entonces vamos. - Le dijo sonriendo y extendiéndole la mano.

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sábado, 14 de noviembre de 2009

Fiesta

Eran las once de la noche. Para el Hemiciclo apenas parecían las doce del mediodía. Las noches ahí eran continuas fiestas. Esta noche a Eva se le había ocurrido hacer una fiesta de disfraces.
- Faltan vodkas por el jardín de atrás – le dijo Floyd cuando la vio cerca de la puerta de entrada.
- Tomá – Dos bandejas con doscientas copas cristalinas y adornadas con un diamante del tamaño de una nuez aparecieron en las manos de Floyd.
- Gracias, gorda.
- Gorda tu mamá. – Le contestó antes de irse al segundo piso. Allí estaba lleno de vampiros, bailando música entre electrónica y gótica. Un grupo miró a Eva y le preguntaron si había sangre.
- Si, está allá, en la mesa carmesí. Y si se les termina bajen al subsuelo que están los darks que quieren ser vampiros, jajaja.
En medio de la mansión estaba ubicada la pista central, con un techo formado por espejos flotantes y luces creadas a partir de los aplausos de la gente que bailaba desenfrenadamente. Ashley bailaba sobre un parlante mientras se inyectaba heroína en su brazo derecho.
Di no a las drogas,que somos muchos y quedan pocas - gritaba.
Por sobre los espejos se divisaba una base negra con halos plateados que la resguardaban del ingreso de los demás. Encima de la base flotaba un cartel holográfico con la palabra VIP. Sobre la base había un par de sillones de pieles y en el centro una mesita de caoba con dos botellas de un misterioso esplendor y siete copas que de no ser por la bebida parecerían transparentes. Nicéfora, con su copa en mano, bailaba elegantemente formando vestigios de luz violácea.
- Te dije que hacer fiestas con medio mundo iba a ser divertido – Le dijo Eva que subía volando hasta el sector VIP.
- Si, tenías razón. Y mañana se le ocurrió a Mark que hagamos un asadito.
- ¿Mark? ¿Qué no estaba muerto?
- Si, si, pero lo reviví. Ya que estaba sin nada que hacer me fijé en la listita de gente muerta que hizo Gloom a quienes podía revivir. Terminé reviviendo a todos.
- ¿¡¿A todos?!?
- Si, a los buenitos también. Pero les lavé el cerebro. Se creen que fueron parte del Hemiciclo siempre.
- ¿Estás segura de lo que haces?
- Si, hija, confía en mamá.
- Bueno, confió en vos. Ahora me voy a la fiesta. – De un salto se zambulló entre la gente como si de agua se tratara y se vio como de lejos salía hacia la puerta del tercer piso.

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Hospital

Haley abrazaba a Caleb. Él seguía mirando a la nada.
- ¿Querés que me quede con vos?
- Tengo que ir a ver cómo está Dafne - le dijo con la mirada perdida.
- Caleb, no estás bien, yo te voy a acompañar.
- Perdón que los interrumpa - Lizzie se colocó entre ellos dos - pero les tengo que decir que nosotros nos vamos. Yo por mi parte no quiero tener nada mas que ver con todo esto. Me llevó a Axel a Estados Unidos, allá está mi tía así que nos podemos quedar, ¿ustedes qué van a hacer?
- Lizzie, no creo que sea el momento para que nos preguntes eso, Caleb está mal.
- Bueno, entonces hagan lo que quieran, yo me voy.
- Andáte - le dijo Haley, que volvió a tomar a Caleb para salir volando hacia la casa del abuelo.
En poco tiempo divisaron el terreno, y vieron que Dafne los esperaba afuera.
- ¿Cómo abriste la puerta? - Le preguntó Caleb asustado.
- ¿Qué puerta? Estuve todo el tiempo acá.
- Pero si yo te dejé en la habitación.
- No sé Cal, yo solo sé que me desperté acá y que no hay nadie en la casa.
- ¿Cómo que no hay nadie?
Caleb entró corriendo a la casa, pero al pisar el segundo escalón cayó al suelo. Su rodilla seguía sangrando.
- Tenemos que ir al médico - le dijo Haley.
- Pero antes fijate si no hay nadie.
Haley entró a la casa y revisó todas las habitaciones atravesando las paredes y volando entre los pisos.
- No hay nadie.
- No es posible, tiene que estar mi abuelo - le susurró.
- Pero revisé todo, no está.
- Dafne, alcanzame tu celular.
Ella le alcanzó el celular a su hermano y él llamó a su madre. Nadie contestaba.
-  No me atiende.
- Caleb, tenés que ir al hospital, estás sangrando mucho.
- Pero… - sin llegar a terminar cayó desmayado.
-  Dafne, ¿vos te podés quedar acá a esperarme? No puedo llevarlos a los dos. – Le preguntó mientras lo levantaba y comenzaba a levitar.
- Wow ¿Podés volar? Si, te espero.
- Gracias, ya vengo.
Ambos salieron volando hacia el hospital más cercano. Haley dejó a Caleb e intentó inventar una tosca historia para explicar el problema. Apenas se vio liberada, se coló por una puerta de emergencias para salir volando sin que la detecten, pero al abrir la puerta vio a Dafne viendo cómodamente el paisaje.
- Dafne, ¿qué haces acá? – le levantó la cara para ver si era realmente ella. - ¿Cómo llegaste?
- Eee… ¿me creerías si te digo que no se?
Haley la abrazó y la condujo hasta la sala de espera.
- No te preocupes, ya vamos a averiguarlo.
Al verlas, un médico se les aproximó y le dijo a Haley que Caleb estaba fuera de peligro y que podían ir a verlo.
- Muchas gracias, doctor.
- No es nada, él está en la sala…
- 12 del tercer piso – terminó Dafne. Haley la vio sorprendida.
- Ah, perdón, creí que no lo sabían. Bueno, yo las dejo, tengo pacientes que atender.
- ¿Cómo supiste eso? – Haley la miraba atónita – Apareciste de la nada y sabías adonde estaba tu hermano. Vos también debes tener poderes.
- No, yo no tengo, los que tienen poderes son Caleb y Atlanta. Y hablando de ella, ¿adónde se metió?
- No sé. – Creyó que era conveniente que Caleb le relatara lo ocurrido. Cuando entraron a su habitación lo vieron cambiando de canal con el control remoto.
- No hay nada bueno – les dijo.
- Cal – Dafne corrió a abrazarlo – que bueno que estás bien. Contame qué te pasó.
Haley lo miró de lejos diciéndole con la mirada que ella merecía saberlo. Al ver que Caleb comprendió, se retiró y esperó afuera. Después de un tiempo de silencio escuchó un sollozo lleno de angustia y tristeza.

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Caleb soltó a Haley y comenzó a descender hasta el suelo, un par de alas grises salieron de su espalda. Al llegar al suelo, apuntó su revolver a la cara de la bruja.
- Chiquito, te falta mucho para atacarme con eso – le dijo.
Caleb no le respondió, solo avanzó hasta colocarle el arma en el cuello.
- ¿Qué? ¿Me vas a matar? – Soltó una carcajada. – Los dos sabemos que eso es imposible, ahora soy indestructible.
Con un rayo de luz, Caleb fue repelido hasta la arena que solía formar las rejas.
- Ahora se van todos. O se quedan y mueren como ella.
Caleb intentó volver a levantarse pero sintió que sus brazos no podían impulsarlo hacia arriba. Haley lo tomó de la cintura y lo levantó sin quitar los ojos de la bruja.
- ¿Qué me miras? ¿Querés asustarme con esa cara justamente? Háganse un favor y salgan de acá. 
Lizzie se acercó a Haley y le susurró algo al oído. Sin dejar de ver a Nicéfora todos salieron del terreno, en silencio e intentando perder de vista a la horrible mansión.
Adentro, Nicéfora cerró la puerta y restauró el estado de las cosas transmutadas. 
- Soy buena, ¿no? - Le preguntó a Gluttony, que asintió con torpeza mientras comía. -Sí, sí. Ninguna otra bruja sería así de buena - se respondió.
Abrió la puerta de la habitación de Eva y se sentó a su lado.
- Hijita, ¿querés ir a buscar a Floyd? - Le preguntó al oído mientras dormía. Eva se movió aún dormida y la ignoró.
- Bueno, voy yo... mocosa inútil - dijo por lo bajo mientras se materializaba en el estudio de Baphonet.
- Querido, me voy a buscar al chiquito de pelo azul, ¿vos necesitas algo?
- Me hablas como si fueses a comprar un kilo de papas - le dijo - solo necesito tener algo que hacer. Me aburro, paré el tiempo y visité todo lo que me faltaba de Europa, iba a ir a China más tarde, pero me di cuenta de que con el tiempo congelado no tiene sentido, ¿vos tenés ganas de ir?
- La verdad no, si querés anda solo.
- Como quieras.
Nicéfora se materializó en la capilla en donde estaba David, que antes de verla cayó despedazado en el suelo.
- Floyd, nos vamos. - Le extendió la mano y lo levantó del suelo.

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domingo, 1 de noviembre de 2009

Recuperación: Lizzie





El rumbo estaba siendo marcado por un GPS, no había posibilidades de perderse. Tras haber transmutado un automóvil oxidado en otro en perfecto estado, Lizzie se dirigía directamente hacia el Hemiciclo, no tenía nada que perder, lo único en lo que pensaba era en Axel. Aquel chico que había provocado su enfrentamiento con Phillip, su novio. La pelea con él había sido definitiva, no estaba con ánimos de perdonarlo, ni de verlo siquiera. A pocas cuadras de la mansión, se topó con Caleb y Haley que venían volando en la misma dirección.
- Hey, ustedes. – Les gritó.
- Lizzie – dijo Haley - ¿cómo estás?
- Nada bien, esta gente se llevo a Axel. Lo tengo que recuperar.
- También tienen a Atlanta, entremos juntos.
- Ok, yo entro antes, tengo mejores poderes.
-Nosotros vamos a estar en el cielo, cuando veamos que podemos, entramos.
- Ok.
En menos de cinco minutos los tres estaban parados en frente del Hemiciclo. Haley voló con Caleb sobre la edificación y Lizzie transmutó las rejas en arena. El suelo se hizo metálico y las puertas se transformaron en agua. Lizzie caminaba, inflexible e inmutable hacia adentro. De allí vio como Nicéfora se le aproximó.
- Si venís por el mocoso aca está. – Dijo, para sorpresa de todos. – Ya no necesitamos a nadie más de ustedes, solo asegurate de no volver, ah, y llevate a los demás, están ocupando lugar que podría usar para mis libros. Dale, sácalos.
Lizzie la miró perpleja. Ella estaba preparada para pelear por Axel, pero la bruja simplemente se lo entregó. ¿Sería alguna clase de truco? No quería averiguarlo, solo tomó a Axel y a los demás y salió de aquel lugar.
- Esperá – le gritó Nicéfora – tengo un mensajito para Wedge.
- ¿Qué pasa? ¿Adonde está Atlanta? – Le preguntó Lizzie, que casi la olvidaba.
- De eso se trataba… ya no está. Murió.

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Recuperación: Haley

 No eran necesarias palabras, en ese momento no les servirían. Ahora solo necesitaba un abrazo.
- Caleb, vine cuando me enteré de que llamaron a Amy. – Le dijo con una voz dulce, que aún bajo la lluvia seguía siendo clara y melodiosa.
- Atlanta desapareció - le dijo entre llantos – mi abuelo murió y Dafne no se despierta. No puedo llegar a salvarla.
- ¿Sabés adonde está?
-Supongo que en ese lugar.
- ¿La casa de Alan? Si estás seguro podemos ir volando.
- No podés llevarme, peso más que vos, te voy a lastimar.
- No te preocupes por mí, el de la pierna ensangrentada acá sos vos. - Al terminar la frase, lo levantó del suelo con una inesperada fortaleza y lo abrazó. – No puedo llevarte en mi espalda, así que tomate fuerte de mí.

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Recuperación: Caleb



Su cara empalideció al ver la página que sostenía. Atlanta veía a la muerte delante de sus ojos. El poder de Nicéfora corría por sus venas. Pero ellos no lo sabían, de ser así no los hubiesen perseguido a todos, ¿por qué hacer algo tan tedioso e inútil?. Esa esperanza lo mantuvo con energías. De un solo salto bajó las escaleras y volvió con su abuelo. Su vida se había perdido, pero no iba a ser en vano, él estaba listo para salvar a su hermana. El tiempo era algo con lo que debía contar a favor, así que tomó a Dafne es sus brazos y la acostó en la cama de una habitación bajo llave, esperando que no vea las desgracias que la rodeaban. Al salir, intentó encontrar un medio de transporte, pero no halló nada.
- ¿Qué hago? ¿Qué hago? – Se preguntó a sí mismo. Sin tener ninguna respuesta comenzó a correr por el fangoso suelo del campo hasta llegar a la calle principal. Lo único que quería ver en ese momento era un automóvil o algo que lo pudiese acercar hasta Atlanta. Nada parecía salirle bien, tropezó y cayó fuertemente en el asfalto, haciendo que su rodilla sangrase en medio de un grito agonizante. De repente comenzaron a caer gotas del cielo, que luego se unieron en una fuerte tormenta, tapándole a Caleb todo el camino. No podía ver nada en dos metros a la redonda. Su voluntad comenzaba a resquebrajarse, caído y en el suelo, comenzó a llorar impotente.
Las gotas de agua drenaban la sangre de su rodilla, formando varios hilos de sangre alrededor suyo. Las gotas, inflexibles, seguían azotándolo. Cuando todo parecía haber terminado, dejó de sentir las gotas en su cuerpo. Éstas seguían cayendo, pero ya no las sentía, ya no lo mojaban, de alguna forma atravesaban su cuerpo. Lo único que sintió fue un leve peso en su hombro. Al girarse, la vio. Tan angelical, tan compasiva y tan enérgica. Haley estaba protegiéndolo.

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Página 14 del diario de Nicéfora


Ahora que lo tengo todo… no le encuentro la gracia. Antes era poderosa, ahora soy invencible, pero es muy aburrido si no tengo a quien hacerle frente. Nadie puede vencerme, ya no me importan los otros mocositos, si hubiese sabido antes lo del libro no me hubiese preocupado en buscarlos. Esto denota la poca atención que le pongo a esas estanterías polvorientas. Fue bueno que el otro chiquito, Caleb, se hubiese llevado ese libro, de no ser por eso no me hubiese dado cuenta de lo vital que era. Y ahora que lo pienso… ¿Cómo fue que lo obtuve? Apenas recuerdo como sobreviví a los Wedge. Igualmente no me importa demasiado, ahora nada me importa, tengo todo lo que quería. Lo malo es este vacío… ¿Qué es este vacío?

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jueves, 1 de octubre de 2009

Muerte

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martes, 29 de septiembre de 2009

Noir


Cuatro tazas de café, dos sillones y una gran ventana que daba a la Torre Eiffel conformaban la tétrica habitación en la que estaban Nicéfora con Penélope, Tisiphone y Blood Gloom.

- Vamos a tener que festejar esto. En este preciso momento, Baphonet va a recuperar la magia que perdí.
- Te felicito - le dijo Gloom.
- Ojalá pudiese decirte lo mismo, Gloom, pero no hiciste nada que lo amerite.
- Siempre tan ácida.
- Gracias - le dijo con una sonrisa - ahora tomen el café, se va a enfriar.


En el Hemiciclo, Alan abrazaba a Atlanta.
- Shh, no llores, no va a pasar nada.
- Tengo miedo, una mujer estaba atacando a mi abuelo y a Dafne, no se como están ahora.
- Yo se que vas a volver a ver a tu abuelo.
- ¿Cómo lo sabés? ¿Y Dafne?
- Por suerte, para ella, no la vas a volver a ver. - Le respondió mientras la seguía abrazando
- No te entiendo.
- Resulta que... - le dijo apretandola con brusquedad contra su pecho - tu abuelo...
- Me estás lastimando, Alan. - le dijo con un hilo de voz.
- ... está muerto. Y eso quiere decir que vos también lo vas a estar.
- Alan... - la voz se le quebró y lo vio alejarse con una sonrisa malévola en el rostro. Mientras ella, sumida en el pánico, era atravesada por una lanza.


La taza de café cayó al suelo, haciéndose añicos que se perdían en la alfombra. Un sentimiento de grandeza, y un poder ilimitado y embriagador había atrapado a la bruja. Nicéfora acababa de recuperar todo su poder.

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Página 731

"1760

Finalmente capturamos a Nicéfora y nos asegurarnos de que pierda sus poderes. Creimos que lo mejor sería repartirlo entre todos, pero nadie quiere tener ese peso encima, es maldad por dentro.
Les dije que yo podría cuidarlo, que yo tenía le autocontrol necesario para mantener ese poder intacto, y así fue. En este momento porto este gigantesco peso. Espero poder mantenerlo inactivo, no se que podría pasar en caso de que se libere.
1800
Hoy descubrí que el poder puede pasarse a mis futuros hijos, logré ir con una curandera, ella evitó que eso ocurra.
1850
Hoy murió Laura, mi segunda hija. Una explosión de fuego negro la calcinó viva. El poder de Nicéfora recayó en ella, yo nunca dejé de sentirlo por dentro, ¿qué fue lo que ocurrió?
1900
Hoy murió Victor. Lo llevé con la curandera apenas noté la maldad en él. No pudo hacer nada. El poder ya estaba en sus venas, una herencia demoníaca lo tenía atrapado. Al intentar exorcizarlo murió. No deseo tener mas hijos, solo la primera sobrevivió.
1965
No pude hacerlo, hoy nació mi cuarta hija. En estado embrionario la lleve con una bruja, ella me aseguró que no sufriría por la maldición de este poder, que podría vivir tranquila.
1990
Mi hija está embarazada, temo que mis nietos puedan tener el poder de la bruja. No quiero alarmarla, solo ruego que no pase.
1993
Ya no siento la maldad de la bruja."

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La casa del abuelo Wedge estaba sumida en el silencio. Caleb observaba perplejo el sector adonde hacía menos de dos segundos estaban su hermana y la mujer que había ido para llevárselos. Sin perder un minuto, levanto a su abuelo del suelo. Una gruesa capa de vidrio atravesaba su pierna derecha y su brazo izquierdo se encontraba quebrado. Dafne, en un extremo del pasillo, estaba inconsciente pero sin golpes graves. Caleb no sabía que hacer, intentó llamar a su madre, pero ella no podía llegar a tiempo, así que llamó a una ambulancia, rogando por que pudiese llegar para salvar a su abuelo.

- Caleb.. - Escuchó débilmente.
- Abuelo, ¿estás bien?
- No te preocupes por mi, anda con Dafne.
- ¿Te vas a curar?
- No creo, hijo.
- Pero si viviste cientos de años, creí que eras inmortal.
- No, nadie puede ser inmortal, tarde o temprano nos llega la hora a todos.
- No digas eso, no podés morir por esto, un vidrio no es nada, mereces algo mejor.
- No te preocupes, si muero ahora, entonces muero muy orgulloso de todos ustedes, eso es lo único que necesito. Y ahora escuchame: Tenés que leer la página 731 del libro que te mostré. Se tienen que prevenir, ustedes tres, de morir en manos de esa bruja. Esa página va a clarificar lo que quiero decirte.
- ¿Adonde está el libro?
- Abajo de mi cama, las cosas importantes siempre están ahí.
- Cuando llegue la ambulancia lo voy a buscar.
- No, es necesario que vayas ahora.
- Pero no te puedo dejar solo.
- Hace lo que te digo, necesitas leer eso urgente, para evitar otra tragedia.
- Pero..
- Solo buscalo, y... - la voz se le entrecortó y sus manos perdieron la poca fuerza que mantenían - mandale saludos a Dafne y Atlanta.

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- No te muevas - Varios disparos a lo lejos y una de las paredes que las encerraba se fundió por el fuego de la explosión. Nicéfora desapareció en la negrura de la habitación, mientras tanto Atlanta se apoximó a la pared destruida, la necesidad de huir la invadió, pero no lo haría, los demás la necesitaban.


Abajo, Dylan compactaba el metal en balas para dispararle a Alan.
- Por favor, ¿vos me vas a venir a atacar a mi? - En menos de dos pasos, Alan ya había llegado a estar a dos centímetros de su rostro. Una ola de fuego negro los atrapó a ambos, y Dylan cayó calcinado al suelo. Un ligero pulso lo seguí manteniendo con vida.
- Así va a aprender.
- ¿Qué pasó? - Preguntó Nicéforaque había aparecido al lado de su esposo.
- Intentaron atacarnos.
- No te lo tomes tan a la ligera, lo están logrando, ¿cuantos nos quedan ya?
- Nunca supe cuantos eran ni como se llamaban.
- Bueno, yo tampoco, pero aunque sea disimulalo, se van a enojar sino.
- No me importa, yo solo quiero tener a esos chicos, ya me cansé de jugar a perseguirlos.
- No estamos jugando, Baphonet, estamos intentando atraparlos.
- Entonces dejame decirte que bastante mal lo están haciendo. Yo no voy a seguir esperando a que estos peones hagan todo, los voy a buscar yo mismo.
- Hace lo que quieras, pero no te mueras.
- Ya no voy a morir.
- Eso espero, porque no voy a volver a traerte, y si querés tengo a la chiquita Wedge alla arriba.
- ¿Atlanta?
- "Nunca supe cuantos eran ni como se llamaban" - Lo burló.
Dos pares de alas negras partieron de la espalda de Alan y los impulsaron hasta la hbitación en donde estaba Atlanta.
- Atlis, hola. - Ella lo miró confundida.
- ¿Por qué me hablas así?
- ¿Cómo más te voy a hablar? Si sos mi amiga.
- No soy tu amiga, los amigos no se hacen esto.
- Atlis, yo estoy fingiendo, ¿o te crees que estoy haciendo todo esto en serio? Lo unico que se es que tengo poderes extraños y que esta bruja cree que soy el esposo. Si no las engaño no voy a poder seguir viviendo.
- No te creo.
- Atlis - le dijo mirándola a los ojos con su grisácea mirada - tenés que creerme, nunca te dañaría a vos, a Caleb, a nadie.
- ¿Por qué no le pones un fin a esto?
- No te preocupes, ya todo va a terminar. - Le dijo de forma consoladora.

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domingo, 20 de septiembre de 2009

Nuevo poder

La habitación estaba sumida en el silencio. Atlanta, horrorizada, se colocó detras de Caleb reprimiendo un grito de desesperación.

- Shh, si hacen lo que les digo no va a pasar nada - les dijo Gertrude con malicia en sus ojos.
- Que querés de nosotros?
- Solo quiero que vengan conmigo... se fueron muy rápido de la mansión la última, solo queremos tenerlos durante un período más... razonable.
- Yo te acompaño, pero dejalos - le dijo Atlanta.
-No me sirve tener solo a uno, necesitamos a los dos.
- Por favor, no me podes llevar solo a mi?
- No, y ya terminaron con mi paciencia - Con una expresión de asco en el rostro, Gertrude impulsó a el abuelo y Dafne hacia la ventana, destrozando la sala de estar. Al ver esto, Atlanta tomó a la bruja por detrás, tapándole la boca con la mano y desmayándola.
- Lo hice - dijo sorprendida - Cal, lo hi... -antes de terminar la frase, ambas desaparecieron dejando atrás la casa del abuelo. En su lugar, aparecieron en una habitación oscura y elegante, delante Nicéfora, que jugaba al ajedrez con Gluttony.
- Wow, que rapidez - dijo - pensé que ibas a tardar un poco más, mamá.
Se levantó del sillón y miró a Atlanta. Poco tardó en darse cuenta de que Gertrude venía como rehén y no como secuestradora.
- Que le hiciste, mocosa?
- No se - le respondió buscando una salida.
- No busques escapatoria, no hay puertas en este cuarto, solo se puede aparecer o desaparecer. Y como veo, no te sabes controlar.
- Yo no aparezco, bruja.
- Ah, no? - le dijo con un tono de fingida confusión - eso no es lo que me parece a mi. Vos tenés dos poderes: aparecerte y paralizar.
- Cómo lo sabes?
- Yo se todo, querida.
- Callate y decime que querés de mi.
- Tu esencia.
- Qué es eso?
- La esencia es todo lo que sos, tu poder, tus fortalezas y tus debilidades, todo tu ser. Pero no creas que hace falta morir para extraer tu esencia. No, no. La esencia tiene la capacidad de doblarse, de permitirte vivir con una copia de ella. Nadie nota la diferencia. No es como el alma, sería algo un par de estratos más abajo.
- Si te doy eso... nos dejarías en paz.
- Si, no soy tan rencorosa. Mientras tenga lo que quiero lo demás no me importa.
- Entonces hacelo.
-Chica valiente, eh?
Atlanta, desconsolada, lloraba en silencio. Sus pasos hacia la bruja le parecían eternos. No confiaba en ella. Sabía que le había dicho una mentira, pero era la única forma de salvar a su familia, a sus amigos.
Nicéfora flotaba a escasos centímetros del suelo y sostenía un bastón oscuro en sus manos. Parecía preparada para hacer alguna especie de ritual, pero un estallido la descolocó.

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jueves, 20 de agosto de 2009

Amenaza

El suelo del campo seguía húmedo. El rocío bañaba las antiguas maderas que componían el porche de la casa del abuelo. Los hermanos Wedge estaban jugando a las cartas en la cocina. Su madre había salido y el abuelo dormía una siesta.
- Chancho… va – dijo Atlanta mientras tiraba su carta al suelo para que Dafne perdiese tiempo buscándola.Habían pasado mas de uno hora jugando y no se le ocurría nada más que hacer.
- Ya me aburrí – Caleb se agarró el rostro con la mano derecha y miró hacia fuera. – ¿Qué estará pasando con los demás? No me llegó ningún mensaje de nadie… los tendríamos que llamar, ¿no?
- Me parece una buena idea – le contestó Atlanta mientras ordenaba las cartas en la baraja. – Dafne, anda a ver la tele que tenemos que hablar.
- Siempre me tratan como a una nena… - renegó saliendo hacia la sala de estar.
Caleb marcó el número de Haley y esperó a que lo atendiese.
- ¿Hola? ¿Caleb?
- Hola, Haley, queríamos saber como están…
- Soy Amy, Haley está llorando en su cuarto... no me quiere decir que le pasa. Recién estuve intentando comunicarme con Lizzie o Phillip, pero ninguno de los dos contesta. Resulta que nos vinieron a atacar un par de vampiros. Igualmente los maté a todos.
- Que?!?!
- Pone el altavoz – le dijo Atlanta al ver la expresión de su hermano.
- No te preocupes, no es nada.
- ¿Cómo no va a ser nada? – Le preguntó – Estamos hablando de vampiros.
- Chicos, les digo que no se preocupen, está todo bajo control.
- Amy… ni vos te crees ese verso. Tenés a Haley llorando y ni sabes el porqué.
- No te metas, ok? – le gritó Amy antes de cortarle.
- Me cortó…
- Que histérica… bueno… llamemos a otro.
- ¿Pero si es algo grave?
-Si fuese grave no creo que se pusiera a hablar con esa tranquilidad. Intentá con otro.
- Voy a intentar comunicarme con David y Dylan.
- Ok, pero hablo yo – le dijo mientras tomaba el teléfono. – ¿Hola? ¿Cómo estas David?
- Hola... – La respuesta llegaba entrecortada por la falta de señal, y entre las palabras solo oía estática – estoy con… no puedo hablar… Dylan… casa de Alan…
-¿Qué? No te entiendo nada Qué pasa con la casa de Alan?
- Dylan… está ahí – fue la respuesta previa al corte de comunicación.
Los hermanos se miraron y supieron lo que el otro pensaba.
-Tenemos que ir – Atlanta se levantó bruscamente y tomó un abrigo, pero al intentar salir de la habitación, una especie de manta transparente la repelió nuevamente hacia la mesa. Caleb sacó su revólver y se asomó por la puerta, pero lo que vio del otro lado solo sirvió para espantarlo: Dafne estaba contra una pared con un alambre de púas en el cuello y su abuelo flotaba inerte en el aire. La escena concluía con la figura de Gertrude en la sala de estar, con ambos brazos elevados hacia sus victimas.

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miércoles, 19 de agosto de 2009

Dylan

- Dale, camina y llevame hasta donde está tu jefa - le dijo Dylan mientras la levitaba entre alambres que apuntaban a varios de sus puntos vitales.

- Yo te llevo, pero no le hagas nada a Floyd.

- No te preocupes hermana - le respondió David - si todo sale bien no hay nada que temer.

- Callate, religioso, esa amenaza no sirve - lo cortó Dylan mientras se llevaba a Eva. - Nos vemos cuando tenga a Lillah de nuevo, mientras tanto cuida que ese no se escape..

Al salir de la capilla los alambres formaron una base y levitaron a ambos hacia el Hemiciclo.

- Le hicieron algo a Lillah? - le preguntó con rabia.

- No se, yo solo los vine a buscar a ustedes...

- Entonces solo sos una esclava de esa mujer, que pena me das.

- No soy ninguna esclava.

- No sos nada para ella, date cuenta.

- Si que lo soy, soy su hija.

- Parece que entonces tengo un premio importante... - la mirada de Dylan se enfocó en su cuello, un nuevo plan cruzaba por su mente y debía empezar por atravesar unos finos alambres en las venas yugulares de la joven. Al hacerlo, dos hilos de sangre mancharon su camiseta, dejando caer en sus brazos a Eva. La luna alumbró las gotas que caían sobre la calle, cada vez más cercana a la base metálica sobre la que sobrevolaban la ciudad. Mientras descendía hacia la entrada del Hemiciclo, Dylan elevó una docena de automóviles que se encontraban en la calle y los incrustó contra una pared que daba hacia el jardín. La explosión causó el incendio de los árboles que rodeaban la mansión y produjo el desmoronamiento de una de sus torres. A lo lejos, entre el fuego y las cenizas, se podía observar como la figura de Alan, colérico, salía al encuentro con el causante de tal desastre.

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