Dylan
- Dale, camina y llevame hasta donde está tu jefa - le dijo Dylan mientras la levitaba entre alambres que apuntaban a varios de sus puntos vitales.
- Yo te llevo, pero no le hagas nada a Floyd.
- No te preocupes hermana - le respondió David - si todo sale bien no hay nada que temer.
- Callate, religioso, esa amenaza no sirve - lo cortó Dylan mientras se llevaba a Eva. - Nos vemos cuando tenga a Lillah de nuevo, mientras tanto cuida que ese no se escape..
Al salir de la capilla los alambres formaron una base y levitaron a ambos hacia el Hemiciclo.
- Le hicieron algo a Lillah? - le preguntó con rabia.
- No se, yo solo los vine a buscar a ustedes...
- Entonces solo sos una esclava de esa mujer, que pena me das.
- No soy ninguna esclava.
- No sos nada para ella, date cuenta.
- Si que lo soy, soy su hija.
- Parece que entonces tengo un premio importante... - la mirada de Dylan se enfocó en su cuello, un nuevo plan cruzaba por su mente y debía empezar por atravesar unos finos alambres en las venas yugulares de la joven. Al hacerlo, dos hilos de sangre mancharon su camiseta, dejando caer en sus brazos a Eva. La luna alumbró las gotas que caían sobre la calle, cada vez más cercana a la base metálica sobre la que sobrevolaban la ciudad. Mientras descendía hacia la entrada del Hemiciclo, Dylan elevó una docena de automóviles que se encontraban en la calle y los incrustó contra una pared que daba hacia el jardín. La explosión causó el incendio de los árboles que rodeaban la mansión y produjo el desmoronamiento de una de sus torres. A lo lejos, entre el fuego y las cenizas, se podía observar como la figura de Alan, colérico, salía al encuentro con el causante de tal desastre.