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sábado, 14 de noviembre de 2009

Fiesta

Eran las once de la noche. Para el Hemiciclo apenas parecían las doce del mediodía. Las noches ahí eran continuas fiestas. Esta noche a Eva se le había ocurrido hacer una fiesta de disfraces.
- Faltan vodkas por el jardín de atrás – le dijo Floyd cuando la vio cerca de la puerta de entrada.
- Tomá – Dos bandejas con doscientas copas cristalinas y adornadas con un diamante del tamaño de una nuez aparecieron en las manos de Floyd.
- Gracias, gorda.
- Gorda tu mamá. – Le contestó antes de irse al segundo piso. Allí estaba lleno de vampiros, bailando música entre electrónica y gótica. Un grupo miró a Eva y le preguntaron si había sangre.
- Si, está allá, en la mesa carmesí. Y si se les termina bajen al subsuelo que están los darks que quieren ser vampiros, jajaja.
En medio de la mansión estaba ubicada la pista central, con un techo formado por espejos flotantes y luces creadas a partir de los aplausos de la gente que bailaba desenfrenadamente. Ashley bailaba sobre un parlante mientras se inyectaba heroína en su brazo derecho.
Di no a las drogas,que somos muchos y quedan pocas - gritaba.
Por sobre los espejos se divisaba una base negra con halos plateados que la resguardaban del ingreso de los demás. Encima de la base flotaba un cartel holográfico con la palabra VIP. Sobre la base había un par de sillones de pieles y en el centro una mesita de caoba con dos botellas de un misterioso esplendor y siete copas que de no ser por la bebida parecerían transparentes. Nicéfora, con su copa en mano, bailaba elegantemente formando vestigios de luz violácea.
- Te dije que hacer fiestas con medio mundo iba a ser divertido – Le dijo Eva que subía volando hasta el sector VIP.
- Si, tenías razón. Y mañana se le ocurrió a Mark que hagamos un asadito.
- ¿Mark? ¿Qué no estaba muerto?
- Si, si, pero lo reviví. Ya que estaba sin nada que hacer me fijé en la listita de gente muerta que hizo Gloom a quienes podía revivir. Terminé reviviendo a todos.
- ¿¡¿A todos?!?
- Si, a los buenitos también. Pero les lavé el cerebro. Se creen que fueron parte del Hemiciclo siempre.
- ¿Estás segura de lo que haces?
- Si, hija, confía en mamá.
- Bueno, confió en vos. Ahora me voy a la fiesta. – De un salto se zambulló entre la gente como si de agua se tratara y se vio como de lejos salía hacia la puerta del tercer piso.

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Hospital

Haley abrazaba a Caleb. Él seguía mirando a la nada.
- ¿Querés que me quede con vos?
- Tengo que ir a ver cómo está Dafne - le dijo con la mirada perdida.
- Caleb, no estás bien, yo te voy a acompañar.
- Perdón que los interrumpa - Lizzie se colocó entre ellos dos - pero les tengo que decir que nosotros nos vamos. Yo por mi parte no quiero tener nada mas que ver con todo esto. Me llevó a Axel a Estados Unidos, allá está mi tía así que nos podemos quedar, ¿ustedes qué van a hacer?
- Lizzie, no creo que sea el momento para que nos preguntes eso, Caleb está mal.
- Bueno, entonces hagan lo que quieran, yo me voy.
- Andáte - le dijo Haley, que volvió a tomar a Caleb para salir volando hacia la casa del abuelo.
En poco tiempo divisaron el terreno, y vieron que Dafne los esperaba afuera.
- ¿Cómo abriste la puerta? - Le preguntó Caleb asustado.
- ¿Qué puerta? Estuve todo el tiempo acá.
- Pero si yo te dejé en la habitación.
- No sé Cal, yo solo sé que me desperté acá y que no hay nadie en la casa.
- ¿Cómo que no hay nadie?
Caleb entró corriendo a la casa, pero al pisar el segundo escalón cayó al suelo. Su rodilla seguía sangrando.
- Tenemos que ir al médico - le dijo Haley.
- Pero antes fijate si no hay nadie.
Haley entró a la casa y revisó todas las habitaciones atravesando las paredes y volando entre los pisos.
- No hay nadie.
- No es posible, tiene que estar mi abuelo - le susurró.
- Pero revisé todo, no está.
- Dafne, alcanzame tu celular.
Ella le alcanzó el celular a su hermano y él llamó a su madre. Nadie contestaba.
-  No me atiende.
- Caleb, tenés que ir al hospital, estás sangrando mucho.
- Pero… - sin llegar a terminar cayó desmayado.
-  Dafne, ¿vos te podés quedar acá a esperarme? No puedo llevarlos a los dos. – Le preguntó mientras lo levantaba y comenzaba a levitar.
- Wow ¿Podés volar? Si, te espero.
- Gracias, ya vengo.
Ambos salieron volando hacia el hospital más cercano. Haley dejó a Caleb e intentó inventar una tosca historia para explicar el problema. Apenas se vio liberada, se coló por una puerta de emergencias para salir volando sin que la detecten, pero al abrir la puerta vio a Dafne viendo cómodamente el paisaje.
- Dafne, ¿qué haces acá? – le levantó la cara para ver si era realmente ella. - ¿Cómo llegaste?
- Eee… ¿me creerías si te digo que no se?
Haley la abrazó y la condujo hasta la sala de espera.
- No te preocupes, ya vamos a averiguarlo.
Al verlas, un médico se les aproximó y le dijo a Haley que Caleb estaba fuera de peligro y que podían ir a verlo.
- Muchas gracias, doctor.
- No es nada, él está en la sala…
- 12 del tercer piso – terminó Dafne. Haley la vio sorprendida.
- Ah, perdón, creí que no lo sabían. Bueno, yo las dejo, tengo pacientes que atender.
- ¿Cómo supiste eso? – Haley la miraba atónita – Apareciste de la nada y sabías adonde estaba tu hermano. Vos también debes tener poderes.
- No, yo no tengo, los que tienen poderes son Caleb y Atlanta. Y hablando de ella, ¿adónde se metió?
- No sé. – Creyó que era conveniente que Caleb le relatara lo ocurrido. Cuando entraron a su habitación lo vieron cambiando de canal con el control remoto.
- No hay nada bueno – les dijo.
- Cal – Dafne corrió a abrazarlo – que bueno que estás bien. Contame qué te pasó.
Haley lo miró de lejos diciéndole con la mirada que ella merecía saberlo. Al ver que Caleb comprendió, se retiró y esperó afuera. Después de un tiempo de silencio escuchó un sollozo lleno de angustia y tristeza.

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