- No te muevas - Varios disparos a lo lejos y una de las paredes que las encerraba se fundió por el fuego de la explosión. Nicéfora desapareció en la negrura de la habitación, mientras tanto Atlanta se apoximó a la pared destruida, la necesidad de huir la invadió, pero no lo haría, los demás la necesitaban.
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martes, 29 de septiembre de 2009
Abajo, Dylan compactaba el metal en balas para dispararle a Alan.
- Por favor, ¿vos me vas a venir a atacar a mi? - En menos de dos pasos, Alan ya había llegado a estar a dos centímetros de su rostro. Una ola de fuego negro los atrapó a ambos, y Dylan cayó calcinado al suelo. Un ligero pulso lo seguí manteniendo con vida.
- Así va a aprender.
- ¿Qué pasó? - Preguntó Nicéforaque había aparecido al lado de su esposo.
- Intentaron atacarnos.
- No te lo tomes tan a la ligera, lo están logrando, ¿cuantos nos quedan ya?
- Nunca supe cuantos eran ni como se llamaban.
- Bueno, yo tampoco, pero aunque sea disimulalo, se van a enojar sino.
- No me importa, yo solo quiero tener a esos chicos, ya me cansé de jugar a perseguirlos.
- No estamos jugando, Baphonet, estamos intentando atraparlos.
- Entonces dejame decirte que bastante mal lo están haciendo. Yo no voy a seguir esperando a que estos peones hagan todo, los voy a buscar yo mismo.
- Hace lo que quieras, pero no te mueras.
- Ya no voy a morir.
- Eso espero, porque no voy a volver a traerte, y si querés tengo a la chiquita Wedge alla arriba.
- ¿Atlanta?
- "Nunca supe cuantos eran ni como se llamaban" - Lo burló.
Dos pares de alas negras partieron de la espalda de Alan y los impulsaron hasta la hbitación en donde estaba Atlanta.
- Atlis, hola. - Ella lo miró confundida.
- ¿Por qué me hablas así?
- ¿Cómo más te voy a hablar? Si sos mi amiga.
- No soy tu amiga, los amigos no se hacen esto.
- Atlis, yo estoy fingiendo, ¿o te crees que estoy haciendo todo esto en serio? Lo unico que se es que tengo poderes extraños y que esta bruja cree que soy el esposo. Si no las engaño no voy a poder seguir viviendo.
- No te creo.
- Atlis - le dijo mirándola a los ojos con su grisácea mirada - tenés que creerme, nunca te dañaría a vos, a Caleb, a nadie.
- ¿Por qué no le pones un fin a esto?
- No te preocupes, ya todo va a terminar. - Le dijo de forma consoladora.
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